Sobornar a los dioses

Correr hasta quedarse sin aire entre los troncos o a orillas del mar. Sentir cómo la niebla se abre camino rompiéndose al llegar a rozar tu cuerpo. Notar que el viento gris golpea tu rostro haciendo llorar tus ojos con el frío. Oír el mar susurrando a la arena las historias que el lenguaje humano desconoce. Saltar sobre el naranja del suelo, sobre el otoño de los siglos. Hundir los pies en crujientes escalofríos. Gritar el silencio con las voces que resuenan en la mente. Olvidar el paso del tiempo contra el viento eterno.